Reivindicada

Poesía de Fernando Guevara.
Soy aquella que se interpone entre tus labios y la bebida amarga,
esa bebida que, en pequeñas dosis, invita a la koinonía y el desparpajo,
y que, en grandes cantidades, marca con violencia la piel y el alma.

Soy la parte menos deseada de la estructura, de hecho,
todos buscan deshacerse de mí. Seguramente te has sentido así.
Ser arrancada de un todo y arrojada a la basura,
arrojada al suelo, donde todos te pisotean y te desprecian,
y tu mera existencia es puesta en duda.

Por suerte, esta no es una historia triste, que de esas ya hay muchas,
así que no te rindas desde ya, ni con este relato, ni con tu vida,
verás que valdrá la pena.

Estando en medio de los desperdicios, sucia y destrozada,
alguien me tomó entre sus manos con suavidad,
acarició mi suave superficie metálica, sonrió y me guardó en su bolsillo.
Creo que era uno de esos a los que llaman Sin Rostro.

Me llevó a su casa y cuidó de mí como nunca nadie lo había hecho,
Me limpió con jabón y agua, asegurándose de que cualquier rastro,
tanto de cerveza como de angustia desapareciera de mí.
Pero la mejor parte estaba por venir.

Con la precisión que solo pudo aprender de aquel al que llaman Padre,
el Sin Rostro empezó a hacer ajustes en mi estructura.
A priori parecían dolorosos, pero luego fueron tomando sentido,
me unió a otras tapas que habían sufrido lo que yo,
me dejó descubrir que no estaba sola en mi angustia,
Nos vistió de lindos colores, nos puso adornos y entonces, nací de nuevo.

Ahora hago parte de un conjunto, que se mueve con destreza y crea música,
ahora todo el dolor del pasado, se convirtió en sonidos de alegría,
ahora, por su Gracia, he sido reivindicada, para adorar a Aquél que lo ha creado todo.
Nos ha llamado pandereta porque en comunidad necesitamos un nombre,
Así como a los Sin Rostro, él los llama Iglesia.
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