El Cielo es de los vegetarianos

Sé que estás acá por el título. Puede que seas un carnívoro confeso y quieras crucificarme, o tal vez eres un vegetariano que apoya la moción, o incluso solo eres un curioso con ganas de saber de qué va ese enunciado. En cualquier caso, estás aquí, y me alegra.

Ahora sí, entrando en materia, regálame 5 minutos para que te presente esta idea.
¿Te has puesto a pensar que los vegetarianos y los cristianos tenemos algo en común? Si no, vayamos directo al grano. Buscamos poder decir NO a la carne. Y aunque son tipos de carne diferente, las similitudes están. Y no, no pretendo venderte una teología extraña ni mucho menos, solo acompáñame un par de párrafos más y verás a donde voy.
Mientras estaba en una de las reuniones para compartir la cena del reto #Comunión de Sobredosis, me quede pensando en mi pasado, mi pasado como católico y mi pasado como hombre. En esta época de cuaresma para los católicos, hay una regla que me parece muy particular, y es esa de abstenerse de comer carne. He preguntado el motivo detrás de, y he escuchado de todo tipo de razones, incluso en alguna de ellas me dijeron que se hacía para “no morder a Jesús mientras estaba en la cruz”, de lejos una de las explicaciones más curiosas. Sin embargo, pensaba en mi pasado y en la dificultad que tenemos como hombres para poder abstenernos de satisfacer la carne, y es complejo ver como, al intentarlo, se suele fallar de manera formidable.
Ahora, volviendo a los amigos vegetarianos, hay dos preguntas a las que suelen confrontarse constantemente, que no están lejos de las preguntas que recibimos como cristianos. ¿Hace cuánto eres vegetariano? ¿Y por qué lo decidiste? Uno puede ver en sus caras, ya reconocen cuando alguien va a hacerles esas preguntas, sin embargo, son preguntas entendibles, después de todo, no parece haber mucho sentido común en el hecho de no consumir carne, es un deseo innato, igual que el existente en nuestros propios cuerpos, por eso, identificarse como cristianos para muchos también genera muchas incógnitas, porque parece que tiramos en el sentido opuesto de lo que la lógica nos lleva. Se nos llama a ir en contra de los deseos de nuestra carne.
Vayamos a la biblia, Gálatas 5:16, nos habla de la importancia de ir en contra de esos deseos de la carne. Y puedes llamarle a esa carne como quieras: deseo sexual insaciable, alcoholismo, drogas, chisme, mentira, orgullo, ira o todas las anteriores. Y no nos digamos mentiras, rendirnos a ella tiene un grado de placer interesante, similar al de probar un buen pedazo de carne jugosa, eso hace que sea difícil resistirse a ella, ya sea en tu vida espiritual o natural. Entonces, ¿cómo lo hacemos?
Volvamos una última vez a los amigos vegetarianos. Usualmente, cuando llevan muchos años en esa dieta (y por eso es importante ver como han enfrentado la prueba del tiempo), se ve si es una mera moda, o hay algo más profundo. Y no me quiero enfocar en aquellos que se sienten con superioridad moral y dan discursos narcisistas. Por el contrario, me refiero aquellos que de manera humilde se abrazan a su dieta con la convicción de que están cumpliendo algo mayor. Que, si estamos de acuerdo o no con sus razones, esa es una historia aparte, pero lo que quiero resaltar es la importancia de tener una convicción profunda que nos lleve a superar el deseo de la carne, y en nuestro caso, como cristianos, la única convicción que nos sostiene es esta: Cristo murió, Cristo resucito, Cristo vuelve por segunda vez.
Si esa convicción no está cimentada en lo más profundo de nuestro ser, no importa que tanto luchemos, siempre terminaremos volviendo a esa carne, que ni siquiera será jugosa, aunque lo parezca, sino que más bien será, como lo dijo el Capitán Barbosa en las películas de Piratas del Caribe: “ceniza en la boca”.
Y no te angusties, que si la convicción esta en tu corazón, aunque las ganas de esa carne estén, hay esperanza, porque Jesús ya venció la carne, y nos ha invitado a celebrar junto a él, así que agarra la fruta que más te apetezca, el corte que se te haga agua en la boca, y acompáñame a celebrar, porque por causa de él todas las comidas son puras, y podemos regocijarnos a su lado.
Entonces, aunque puedo molestar con que el cielo es de los vegetarianos, lo cierto es que todos los que le escogemos a él somos bienvenidos. Después de todo, Jesús nos invitó a comer su carne (Juan 6:56), así que no se trata tanto de no comer carne, sino de escoger la carne correcta.
Fernando es un escritor, cinéfilo y cristiano amateur. Hace parte de iglesia La Casa y del equipo creativo de Sobredosis. Le gusta el cine y la cocina, y siempre está en busca de Jesús en las películas y los sabores.

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